La capilla del Campito, construida a principios del siglo, hizo parte de un asilo de mujeres. En 1965 se convirtió paulatinamente el conjunto en la facultad de arquitectura de la Universidad de los Andes. En una planta pequeña, pero con gran altura, se plantea la ocupación de un elemento que invade el espacio hacia arriba y al que, como a un árbol, se sube en busca de aislamiento y concentración.

La iglesia se restaura a sus características originales, de las cuales por fortuna quedaba amplia referencia. Se convierte en el contenedor que alberga, en la nave, dos objetos extraños a ella, con la misma relación de convivencia transitoria que puede tener un astillero con su barco, o un garaje con su automóvil; conviven respetando su dignidad individual y su época. Predomina el silencio del respeto, la emoción del contacto individual con el conocimiento. La estructura de hierro de muy cuidadosa manufactura expresa la capacidad de lo transformable, de estar ahora e irse un día si la capilla del campito así lo quiere.